domingo, 24 de abril de 2022

Domingo de la Divina Misericordia 2022. Palabras del Papa Francisco sobre las Cinco Llagas. Por la paz y la conversión

 Homilía de Papa Francisco. 12 abril 2015

Fuente: es.radiovaticana.va

 

"San Juan, que estaba presente en el Cenáculo con los otros discípulos al anochecer del primer día de la semana, cuenta cómo Jesús entró, se puso en medio y les dijo: «Paz a ustedes», y «les enseñó las manos y el costado» (20,19-20), les mostró sus llagas. Así ellos se dieron cuenta de que no era una visión, era Él, el Señor, y se llenaron de alegría.

 

Ocho días después, Jesús entró de nuevo en el Cenáculo y mostró las llagas a Tomás, para que las tocase como él quería, para que creyese y se convirtiese en testigo de la Resurrección.

 


También a nosotros, hoy, en este Domingo que san Juan Pablo II quiso dedicar a la Divina Misericordia, el Señor nos muestra, por medio del Evangelio, sus llagas. Son llagas de misericordia. Es verdad: las llagas de Jesús son llagas de misericordia.

 

Jesús nos invita a mirar sus llagas, nos invita a tocarlas, como a Tomás, para sanar nuestra incredulidad. Nos invita, sobre todo, a entrar en el misterio de sus llagas, que es el misterio de su amor misericordioso.

 

A través de ellas, como por una brecha luminosa, podemos ver todo el misterio de Cristo y de Dios: su Pasión, su vida terrena –llena de compasión por los más pequeños y los enfermos–, su encarnación en el seno de María. Y podemos recorrer hasta sus orígenes toda la historia de la salvación: las profecías –especialmente la del Siervo de Yahvé–, los Salmos, la Ley y la alianza, hasta la liberación de Egipto, la primera pascua y la sangre de los corderos sacrificados; e incluso hasta los patriarcas Abrahán, y luego, en la noche de los tiempos, hasta Abel y su sangre que grita desde la tierra. Todo esto lo podemos verlo a través de las llagas de Jesús Crucificado y Resucitado y, como María en el Magnificat, podemos reconocer que «su misericordia llega a sus fieles de generación en generación» (Lc 1,50).

Ante los trágicos acontecimientos de la historia humana, nos sentimos a veces abatidos, y nos preguntamos: «¿Por qué?». La maldad humana puede abrir en el mundo abismos, grandes vacíos: vacíos de amor, vacíos de bien, vacíos de vida. Y nos preguntamos: ¿Cómo podemos salvar estos abismos? Para nosotros es imposible; sólo Dios puede colmar estos vacíos que el mal abre en nuestro corazón y en nuestra historia. Es Jesús, que se hizo hombre y murió en la cruz, quien llena el abismo del pecado con el abismo de su misericordia.

 

San Bernardo, en su comentario al Cantar de los Cantares (Disc. 61,3-5; Opera omnia 2,150-151), se detiene justamente en el misterio de las llagas del Señor, usando expresiones fuertes, atrevidas, que nos hace bien recordar hoy. Dice él que «las heridas que su cuerpo recibió nos dejan ver los secretos de su corazón; nos dejan ver el gran misterio de piedad, nos dejan ver la entrañable misericordia de nuestro Dios».

 

Es este, hermanos y hermanas, el camino que Dios nos ha abierto para que podamos salir, finalmente, de la esclavitud del mal y de la muerte, y entrar en la tierra de la vida y de la paz. Este Camino es Él, Jesús, Crucificado y Resucitado, y especialmente lo son sus llagas llenas de misericordia.

 

Los Santos nos enseñan que el mundo se cambia a partir de la conversión de nuestros corazones, y esto es posible gracias a la misericordia de Dios. Por eso, ante mis pecados o ante las grandes tragedias del mundo, «me remorderá mi conciencia, pero no perderé la paz, porque me acordaré de las llagas del Señor. Él, en efecto, “fue traspasado por nuestras rebeliones” (Is 53,5). ¿Qué hay tan mortífero que no haya sido destruido por la muerte de Cristo?» (ibíd.).

 

Con los ojos fijos en las llagas de Jesús Resucitado, cantemos con la Iglesia: «Eterna es su misericordia» (Sal 117,2). Y con estas palabras impresas en el corazón, recorramos los caminos de la historia, de la mano de nuestro Señor y Salvador, nuestra vida y nuestra esperanza."


Papa Francisco


La Llaga de la Misericordia.

Sangre que representa la Vida que nos da el Salvador, y Agua que representa el lavado de nuestros pecados.


Por: Oscar Schmidt | Fuente: Catholic.net

"...hecho excepcional fue el que protagonizó el soldado romano con la punta de su lanza, tratando de verificar si el Divino Reo estaba realmente muerto.

El clavó el metal hasta el fondo, traspasando Piel y Músculos, hasta llegar al Corazón del Crucificado. De allí, para su sorpresa, brotó abundantísima Sangre y Agua, que lo bañaron en la fría, tormentosa y oscura cima del Gólgota. El Signo fue derramado en el momento preciso, el momento del triunfo, cuando el Salvador del mundo nos dio Vida Eterna llevándose nuestros pecados con Su propia entrega. Sangre y Agua, Vida y Redención. Sangre que representa la Vida que nos da el Salvador, y Agua que representa el lavado de nuestros pecados.

Así lo rezamos en esa hermosa oración que es el Anima Christi: "Sangre de Cristo embriágame, Agua del Costado de Cristo lávame"... 

Muchos siglos después Santa Faustina Kowalksa vio al Señor que le decía: "Pinta un cuadro según la imagen que te muestro en este momento". Jesús se presentó entonces a ella con una mano bendiciendo y la otra señalando Su Sagrado Corazón, del que brotaban dos rayos que iluminaban el mundo. Un rayo era rojo, el otro blanco. Según explicó Jesús a Faustina, estos rayos representan la Sangre y el Agua, mismos que brotaron de Su Corazón a través de la Llaga de Su Costado.

...


Vivimos un tiempo de Gracia, no lo desperdiciemos. Adoremos al Amor de los Amores, que en tiempos de Misericordia nos baña con el Amor que brota de la Llaga de Su Costado, la Llaga de la Misericordia.

 

Jesús confío en Tí

Sigamos pidiendo por intercesión de las Cinco Llagas a la Divina Misericordia por el fin de la guerra en Ucrania, por la conversión de Rusia, Ucrania y del mundo entero y por todas las victimas directas e indirectas de esta guerra, del resto de las guerras activas en el mundo y de la cultura de la muerte (aborto, infanticidio, eutanasia, terrorismo, hambrunas, campos de exterminio, trata de personas...).

La humanidad no conseguirá la paz hasta que no se dirija con confianza a Mi misericordia (Diario 300).


No hay comentarios:

Publicar un comentario